Historias de un sastre: El traje hecho a medida
Por Nicolás Zaffora | Zaffora Bespoke Tailor
El traje hecho a medida siempre fue un símbolo de distinción, clase y elegancia. A lo largo de los años, la noble profesión de la sastrería se fue modificando y adaptando hasta llegar a ser la prenda masculina por excelencia.
Puede que ninguna otra prenda represente el apogeo de la moda masculina mejor que el traje a medida, confeccionado a mano a partir de cero en exclusiva para su destinatario y diseñado con la habilidad del maestro sastre para disimular los puntos débiles y sacar el mayor provecho a los fuertes; realzaba la masculinidad y con sus tonalidades oscuras constituía el epítome del look formal. A diferencia de otros iconos del vestuario varonil, no tuvo su origen en una determinada empresa ni fue concebido para una necesidad concreta. El traje, epicentro del guardarropa masculino, es una prenda fruto de la evolución.
Hardy Amies Fall 2015
A finales del siglo XVII, en un momento en que la guerra con Holanda había dejado temblando las arcas del reino, y se imponía la austeridad, el rey inglés Carlos II decidió vestir una chaqueta larga, chaleco y calzones no ajustados: la base del traje moderno. Estas prendas eran de tonos oscuros en conjunto, de modo que los hombres de la corte se vieron obligados a dejar de lado las ricas telas y vistosas galas que distinguían el atuendo de todo hombre con dinero suficiente para invertir en su vestuario. El cambio fue más radical de lo que hoy puede parecer.
La aristocracia no sólo dictaba la moda, sino que los atuendos eran expresión de posición social y riqueza. Vestir de oscuro supuso igualarse con “el pueblo” y fue sin duda el primer paso hacia la democratización del traje. Otro avance más, en el siglo XVIII, fue la adaptación del traje para que resultase más cómodo para montar a caballo. Se acortó la chaqueta a modo de levita en el frente, se dio una forma más ajustada al conjunto, y se confeccionó con fibras de lana. Desabotonada y vuelta hacia atrás, la parte superior empezaba a tener forma de solapa.
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El sofisticado caballero inglés George Brummell y su obsesión por la caída de sus prendas aproximaron más el traje a su versión actual. Era tal su autoridad en el arbitraje del atuendo correcto entre la sociedad a la moda de principios del siglo XIX, que en 1824 Beethoven se quejaba por la falta de una chaqueta negra para llevar al estreno de su Novena Sinfonía en Viena. La influencia de Brummell durante los dos primeras décadas del siglo XIX también impulsó la confección de trajes “a medida”, especialmente cortados para él, en forma y también en el gusto. Influenciado por los deportes al aire libre y por las necesidades de los militares, el traje tal y como lo conocemos hoy se estableció realmente en el siglo XX.
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Aunque la confección a medida no es en exclusiva británica y probablemente tuvo su origen en Francia, la londinense calle de Savile Row se convirtió en la meca de los trajes a medida. Allí se hacían la ropa los hombres ricos e importantes. El encargo del primer traje era un rito de paso, que implicaba la toma de más de una docena de medidas personales, la elección del tejido, el corte y los detalles, la realización de un molde y las varias pruebas necesarias para perfeccionar la prenda final.
Los primeros trajes ya confeccionados de alta calidad disponibles a escala masiva aparecieron en el período posterior a la segunda guerra mundial, mientras la sastrería a medida se orientaba cada vez más a la elite. No obstante, con la llegada del siglo XXI, las Sastrerías a medida asumieron un enfoque más comercial y con la difusión de su trabajo de calidad, dieron un nuevo impulso a la ropa a medida, más a la moda y más accesible, teniendo en cuenta la tendencia cada día más informal de la ropa de los caballeros.
La feria sartorial, más importante del mundo es Pitti Immagine Uomo que se realiza en la Fortezza da Basso en Florencia, en ella podemos ver lo perenne de la tradición sastrera y toda la innovación que le suman los caballeros año tras año, porque no existe una prenda que represente mejor la masculinidad como la chaqueta sastre.
imágenes: London Fashion Week
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