#Mujeres El estilo de Susana Giménez
Dirigida por Arturo Puig, Susana Giménez volvió a las tablas generando ingresos por 70 millones de pesos.
Su popularidad está más viva que nunca. Así lo demostró en 2015, cuando cambió la pantalla masiva de la televisión por el escenario del Lola Membrives. Fue el regreso de Susana Giménez a las tablas, tras 24 años, con la comedia francesa Piel de Judas de Pierre Barillet y Jean-Pierre Gredy. La fidelidad del público, que durante los 7 meses que se mantuvo en cartelera no sólo llenó la sala sino que la esperó cada medianoche a la salida para saludarla, pedirle un autógrafo o rogarle una selfie, tuvo como recompensa esa espontaneidad que es el sello de fábrica de ‘la diva de los teléfonos’. Porque la conductora, actriz y exvedette tiene el don de convertir en espectáculo cada una de sus apariciones públicas. Así, noche a noche, desplegó su glamour al caminar la alfombra roja del foyer de esa sala porteña, equipada con todos los signos de identidad indumentaria que la caracterizan: mano en alto y sonrisa, outfit en animal print, accesorio de piel, melena leonina y maxigafas de sol... Para enfatizar su carisma, su imagen se proyectaba en una pantalla 3D, cual marquesina viviente...
“Susana entiende y sabe de moda, conoce lo que está vigente. Está siempre impecable y bien cuidada, no so- lo con su ropa sino también con su piel y cabello. En todos los looks mantiene el acento en su figura de reloj de arena. Es un placer vestirla, porque siempre está muy segura de sí misma”, comenta Gustavo Cadile, diseñador argentino radicado en Nueva York, quien la atavió para los Martín Fierro 2012 con un celebrado dress de inspiración años ‘40 en azul cobalto.
POWER DIVA En general, las argentinas con vocación por la moda suelen mirar más allá de las fronteras para dar con referentes a quienes admirar o imitar. Pero, con cinco décadas de trayectoria, el estilo de Susana bien puede oficiar de oráculo nacional por su afinidad con el paladar estético local, pues aquellas elecciones que se consideran su gusto particular pronto se ven replicadas en la calle. Y viceversa. Ya que ella también sabe cómo apropiarse de las tendencias que más prenden entre las mujeres de a pie.
Susana siempre hizo una oda a las curvas, lo cual se traduce en su devoción por ajustar a silueta, por enmarcar las piernas en leggings, por adornarse con estampados y brillos, por rendirle tributo al animal print.
Giménez es la gran exponente de la fémina que se viste como le gusta, que conoce las novedades y las potencia con su toque personal. Ella desafía la relación de obediencia a lo ajeno y la tradición de emulación con la que se ha educado a la compatriota promedio, convenciéndola de que es más europea que latina. En cambio, Su alza la bandera de la belleza real y hace una oda a las curvas, lo cual se traduce en su devoción por ajustar a silueta, por enmarcar las piernas en leggings, por adornarse con estampados y brillos, por rendirle tributo al animal print sin complejos... Y por recurrir al negro en tanto comodín de sofisticación.
Así, su figura bien podría ser un emblema o síntesis de las preferencias de vestuario de la mujer argentina, si bien son pocas las que se animan –o a las que se les permite– portar todos esos atributos al mismo tiempo y en cualquier ocasión.
Si bien el lujo de los ítems que luce no están al alcance de la billetera de sus devotas seguidoras, su mérito es compartir con ellas un lenguaje indumentario que explica la cercanía con que se la percibe. Muchas veces se ha autoproclamado “loca por las compras”, de lo cual dan cuenta los tours de renovación de guardarropas en Miami, París y Nueva York que comparte con su hija Mercedes Sarrabayrouse y su nieta Lucía Celasco.
Con "Hola, Susana!"se aseguró ser la diva más difundida y desde ahí definió un estereotipo de belleza: la mujer poderosa, "la que se hace sola".
BRILLO ESTELAR Un rápido repaso de su exitosa y prolongada carrera demuestra que es una auténtica selfmade woman a lo argentino. Como modelo, se hizo famosa con la publicidad Shock, para la marca Cadum, en los ‘70.
Rápida de reflejos, se reinventó como vedette y actriz. En una época de particular efervescencia del cine nacional, filmó más de 30 películas, en paralelo con un rutilante ascenso en exitosos programas de la televisión, como Matrimonios y algo más. Así, comenzó a compartir cartel en la pantalla grande con figuras consagradas como Alberto Olmedo, Jorge Porcel, Leonardo Favio y Sandro, y también encabezó una decena de obras de teatro taquilleras. Pero fue gracias al talk show Hola, Susana!, con el que debutó en 1987 en ATC, que adquirió estatura de diva. Desde ese escritorio con teléfono y flores frescas, pero también desde el living televisivo por donde pasaron grandes estrellas del espectáculo internacional, Giménez definió un estereotipo de belleza, de mujer empoderada –que se construye y gestiona a sí misma como marca– y de ídola popular.
A base de simpatía y autenticidad, logró que se le perdonara que no es bailarina, pero baila; no sabe cantar, pero canta; que no es periodista, pero entrevista... Incluso comercializó su propia versión de la muñeca Barbie –lookeada en animal print, por supuesto–, incursionó en el mundo de las fragancias y, básicamente, convirtió en oro todo lo que tocó.
Filmó más de 30 películas donde se la presentaba en la misma jerarquía de nombres masculinos.
A la hora de descifrar el código de vestimenta que la identifica, serán Roberto Cavalli y Emilio Pucci las etiquetas que comunican su glamour de alto impacto, así como los zapatos de Sergio Rossi y Giuseppe Zanotti transmiten su aspiración a la sofisticación. Mientras que, cuando está en modo street style chic, es marcada su vocación por lucir jeans, calzas, túnicas y chaquetas Chanel en acuerdo con carteras Prada y accesorios de Michael Kors, el rey del luxury sport.
Por Lorena Pérez | Publicado en la revista Clase Ejecutiva del Diario El Cronista
imágenes: El Cronista