#Guardarropa De la pasarela a la oficina
El hábito de pararse frente al espejo cada día y resolver qué ponerse para ir a la oficina nunca fue tan accesible como en esta época. Las tendencias ya no dictaminan el modo de llevar las prendas, aunque la creciente condición multitasking de mujeres y hombres marca el carácter desafiante de su vestir laboral de rutina.
La novedad que caracteriza al consumo fashion, en permanente reemplazo de unos ítems por otros, convive ahora perfectamente con el timeless style y el effortless chic que identifica a un guardarropas 100 por ciento en uso.
Estos estilos se exaltan particularmente en la mujer moderna, dado que la simpleza lujosa es el rumbo a seguir. “Lo ideal es trabajar en un mix. La sastrería siempre da presencia. Entonces, conviene jugar a estar bien arriba, en estilismo, pero buscando una pieza para descontracturar”, aconseja Carolina Rosales, jefa de Producto de Desiderata, marca que aborda las tipologías tradicionales y las reversiona para componer el casual elegante que impera entre las mujeres de la City.
En términos generales, el look es más libre que nunca: su única fidelidad es para con la imagen personal, y ya no necesita connotar el rol profesional. Por el contrario, en el vestir actual están mayormente contempladas las aspiraciones e inspiraciones de quien matiza, a través de la ropa, no solo sus estados de ánimo sino también las múltiples actividades planificadas para el día.
La versión Otoño 2016 de la Working Girl de Giorgio Armani
Ahora, si el guardarropas femenino está lleno de opciones y posibilidades, no sucede lo mismo con el masculino. Para ellos, el traje sigue siendo el símbolo máximo del bien estar. El sastre Nicolás Zaffora comenta que “dentro del grupo de los que se visten –no solo de los que se cubren– hay cada vez más varones arriesgados a la hora de elegir colores y diseños. Entre quienes buscan mejorar su imagen, estas inquietudes están muy difundidas. Claro que la respuesta no está en los shoppings”.
La deconstrucción del estilo
El afán por seguir las tendencias ha llevado, especialmente a las mujeres, a apelar a todo tipo de prendas y estilos. En ese contexto, el diferencial del lenguaje visual se mantiene en los detalles, que permiten darle cuerpo e identidad a un outfit basado en ítems que se vuelven comodines entre quienes profesan que un estilo se acota a lo simple: camisas net, falda tubo, pantalón sastrero, blazer entallado, tacos o chatas... Pero con una cartera que marque la diferencia.
“Desde que se pusieron de moda el jean y la t- shirt blanca, a la mujer no le quedó otra que usar complementos importantes para resaltar su look”, apunta Quique Neer, creador de Peter Kent, maison marroquinera que resuelve, en su repertorio, ese mensaje –mezcla de poder, confort y feminidad– que busca una ejecutiva.
Milan Fashion Week: Armani Fall 2016
La filosofía de este modo casual aplicado al guardarropas laboral se remonta en el tiempo. Cuarenta años atrás, concretamente, cuando Giorgio Armani lanzó su etiqueta con la premisa del unconstructed suit, cuya seña particular se centró en la sofisticación cotidiana y en borrar los límites entre el business style y el sportswear.
Si el diseñador italiano, en los ‘80, dotó de hombreras filosas a sus chaquetas para que que resaltasen el power dress femenino, en la actualidad ya no hay prendas con semejante significado detrás.
Julieta Spina, directora de Contenidos de Bafweek, es una de las referentes locales del natural born chic, esa actitud de elegancia innata de la que tanto presume –y mucho pretende– la argentina promedio. La exmodelo, que nutre sus outfits en equilibrado uso de prendas de diseño y artículos de marca, revela que “un jean, una camisa blanca y una negra, una remera básica blanca, un vestido negro, un trench y un par de chatitas no pueden faltar en mi guardarropas”.
A esa moción adhiere Emiliano Milesci. El fashion stylist sugiere revisar el placard y ver qué se usó el último año: “Es una práctica fundamental, pero que a la gente siempre se le olvida”, apunta. Y resalta que “lo formal tiene que ser funcional. Y los básicos siempre salvan. Sonará a cliché, pero es así. También recomiendo apelar al look cebolla: vestirse en capas genera opciones que se pueden combinar” según el momento, la compañía y el mood.
Armani Otoño / Invierno 2016
Chic Urbano
La estelaridad que ganaron los básicos del guardarropa formal no impide sino que impone que esas piezas se renueven y refresquen el dress code.
Una camisa de corte netamente masculino combinada con un par de zapatos ultra femeninos, una dotación de abrigos estructurados y de excelente corte, un trench elegante sacado a pasear un día de sol, un blazer en tándem con una remera sport son algunas adaptaciones de las reglas del vestir profesional. También es necesario remarcar la jerarquía que reconquistó el traje en versión dama en las últimas temporadas. El fervor por este equipo sobrio heredado del perchero masculino comenzó cuando mutó de los tonos neutros a los prints y los colores, cuando modificó los largos, ajustó la silueta y se animó a jugar con el escote, siempre militando en la naturalidad como mandato.
Otra de las claves de la tendencia work & wear 2016, válida para unas y otros, está en incorporar estampados para avivar una apariencia formal, así como en adoptar tonos vibrantes en prendas que antes coloreaban únicamente en negro, gris o marrón... Como las corbatas. Zaffora, experto en el oficio del hecho a medida masculino, lo resume: “Para armar un buen guardarropas profesional son indispensables 6 ambos en colores neutros, 12 camisas, pantalones y chaquetas que aporten dinamismo y un sinfín de accesorios y zapatos. Con eso, el vestidor se transforma en un pequeño arsenal para que todo ejecutivo afronte sus desafíos”.
MFW Armani Fall 2016
Munidos de esos íconos de vestir cotidiano, será posible escribir la propia historia de ascenso y éxito con la indumentaria como aliada.
Imágenes: Vogue Runway