Una camisa de vestido
¿Qué más pedirle a una camisa? Bueno, que sea un poco más larga. Ese enamoramiento tengo con la camisa, que de entrecasa le doy función de remerón porque me permite una libertad de movimiento absoluto.
Cambia la silueta y el poder transformador de un vestido camisero feminiza la facha y resulta el colmo de la comodidad. Con zapatillas o tacos, abrochado o súper escotado, mangas arremangadas o bien prolijas. Varias posibilidades para una prenda bella, esencial para vestir los días.
Lucy Chadwick, la directora de la galeria de arte Gavin Brown's Enterprise de New York, viste sus días con camisas y así resulta el look: