Costumbres Argentinas: El Sastre
Un muestrario de telas, hilos y moldes visibilizan un trabajo artesanal. En la mesa de Francisco Gómez, el sastre detrás de la etiqueta a medida 'Franciscano', hay moldes y fichas que cuelgan en su prolijo taller en el microcentro porteño.
Francisco llegó a Buenos Aires hace 4 años. Dejó Corrientes, provincia donde desarrolló una marca de diseño de ropa masculina con acentos de sastrería, para dedicarse al oficio del sastre porque los hombres, dice, empiezan a interesarse nuevamente por la sastrería.
El oficio del sastre está colmado de referencias de estilo y calidad. Cuenta con más de 200 años de historia y hace nomás un par de décadas era una visita obligada para todo hombre que buscara estar bien vestido o gestionar su vestimenta con un buen traje. La funcionalidad dio espacio a nuevos modos para conseguirlos, como cortes más modernos o tallas más sentadoras en las marcas comerciales, pero como todo en la moda, tuvo su regreso y renovación: volvió el sastre.
"Es un oficio que fue en caída, pero se están generando círculos de hombres que quieren vestirse bien. En Europa están los clubs de caballeros que ofrece el asesoramiento de imagen, corte de pelo, habanos... Eso está en explosión. El estilo italiano en Buenos Aires no encaja porque un pantalón de largo al tobillo es complicado incorporarlo", cuenta sobre el estilo de los hombres argentinos y recuerda Francisco que los nuevos consumidores son jóvenes que tuvieron la posibilidad de viajar, entonces llegan y les surge la inquietud de donde encontrar acá lo que vieron allá.
El trabajo a medida tarda entre 2 y 3 meses y se confecciona con géneros nobles para que acompañe la idea. Francisco trabaja con telas importadas porque "lamentablemente no hay nada de la industria nacional que se pueda usar", entonces utiliza géneros italianos e ingleses, pima peruano y un algodón brasileño.
Aquí una crónica visual en primera persona: Francisco publica a diario en Instagram y Facebook su trabajo como sastre.