Rockeros Vestidos: Para perfilar a Sandro
Cuando el rock and roll apareció y con su ritmo poderoso le habló a los jóvenes en sus propios códigos, allí estaba Elvis Presley personificando el fenómeno. El momento invitó a las compañías discográficas a que vayan tras su propio rey. En Argentina ese furor se corporizó en Sandro. Sex symbol, ícono cultural y fenómeno de masas, el artista cimentó las bases del rock argentino y se convirtió en emblema de la canción melódica. Sandro, Sandro de América, Roberto Sánchez o El Gitano cultivó en cada etapa una estética que contó la imagen del momento y que en el transcurso de los años siguió una evolución natural: el morocho de labios carnosos comenzó usando traje y finalizó su carrera llevando traje, en el medio hubo diversos vestuarios que mantuvieron el espíritu seductor del ídolo amado por las mujeres.
Los primeros años de los 60’ fueron de ebullición juvenil. Los nuevos ídolos de la juventud construyeron la imagen de la década, idealizada principalmente por Elvis Presley y los Beatles, más tarde se sumaron los Rolling Stones. Sandro admiraba al cantante oriundo de Memphis, todo un símbolo del cuerpo liberado. De Elvis tomó - y emuló - los movimientos y el vestuario. El Gitano unió looks de jeans y camperas y pantalones de cuero, poleras y sacos, botas en punta con taco.
El pelo engominado y para atrás, con un jopo a lo Teddy Boy podía mantenerse intacto ante el movimiento desenfrenado de las curvas espigadas del performer, secundado por los gritos enloquecedores de las chicas. El gesto fue retratado en “Convención de Vagabundos”, el film de Rubén W. Cavallotti donde Sandro y Los de Fuego se encargaron del momento rocker de la película estrenada en 1965. Finalizado este trayecto, el astro se puso melódico y cambió el look.
La atmósfera de los 70 se tradujo en la libertad de reglas y las amplias posibilidades del vestir. Gran protector de su vida privada, el estilo setentero de Sandro fue ubicado según lo que vestía en las películas y los shows. Esas apariciones públicas oficiaron de espejo para saber cómo gustaba que lo vieran: ajustado, con brillos, de pantalones oxford y botas texanas, solapas anchas para los sacos y camisas y chombas desabrochadas. Con la línea larga y delgada, el cantante materializó la silueta característica de estos años.
El jumpsuit fue una de las prendas que ejemplifica el concepto unisex que se inició en esta década. Sandro, siguiendo el modelo de Elvis Presley, los usaba en vivo y quedó inmortalizado en el álbum "Espectacular" de 1971. De brazos cruzados y mirada penetrante, casi 40 años más tarde la imagen volvió a invadir las calles de Buenos Aires cuando la marca Converse celebró su centenario y eligió esa pose del gitano para reflejar la rebeldía juvenil en la campaña: cambiaron las botas con taco por un par de zapatillas y sumaron un jean negro. Roberto dijo estar encantado con el resultado.
Romántico y sexual, la actitud de Sandro se mantuvo intacta hasta el último concierto, en 2004, y respondía a las fantasías de las mujeres, un público fiel integrado por madres, nietas, hijas, abuelas, novias. En 1980 filmó "Subí que te llevo", su última película. Luego llegaron un puñado de shows esporádicos donde ya había comenzado a usar trajes que desarmada a medida que subía el calor en el recital. Pero el momento emblemático de este equipo fundamental del guardarropa masculino fue en 1994, cuando celebró "Sandro: 30 años de magia". Allí también convirtió la bata roja en seña de identidad: un guiño de total entrega e intimidad con su público.
Una rosa, la mirada, el pelo, una carcajada medida y los rasgos tan marcados ayudaron a darle actitud a ese movimiento erótico y poco refinado que marcaron la memoria de distintas generaciones. Sandro, de américa, de todos.
* Una versión de esta nota pertenece a la edición impresa de marzo de Revista Brando que, dadas las medidas de salud de público conocimiento, está online y de manera gratuita en este link.