Manual sentimental: el arte en los primeros años del 2000
Recién egresada de la UBA como Diseñadora de Indumentaria, Mariana Cortés llegó a Palermo Viejo en 1998 y fundó Juana de Arco. El barrio era un lugar frío, coloreado en gris por los adoquines, talleres mecánicos y poca gente en las veredas. El Imaginario Cultural, en la esquina de Armenia y Honduras, era el bar que posibilitaba ver los films de Roger Corman y H. P. Lovecraft, coincidir con el Indio Solari o escuchar a Skay Beilinson con La Doblada, la banda de la casa. A la vuelta, al 4700 de la calle El Salvador, Juana de Arco se presentaba como un espacio donde había ropa interior multicolor de algodón, una galería de arte y café literario.
En ese contexto, en 2005, Luciana Lamothe, la artista seleccionada para representar en 2024 a Argentina en la 60 Exposición Internacional de Arte La Bienal de Venecia, presentó una exhibición en Juana de Arco. La obra presentada en el momento en que Palermo comenzó a legitimarse como barrio de diseño se señala “27 obras sin título”. Se trata de fibras sobre cartulinas que hoy es posible reponer en “Colección Alejandro Ikonicoff". Obras y documentos de los 2000”, con curaduría de Alejandra Aguado en la Galería Nora Fisch. La exhibición hace un recorrido por los artistas que compusieron la escena del arte contemporáneo durante los primeros años del 2000. En la galería de San Telmo hay alrededor de 150 obras que se exhiben y subastan y a su vez son parte de un fondo que alcanza las 700 piezas del coleccionista y empresario textil Alejandro Ikonicoff.
27 obras Sin título, 2005 / Exhibidas en Luciana Lamothe, Galería Juana de Arco, 2005 |
“En los años 2000 surgió una escena artística enérgica que se hizo lugar por dentro y por fuera de los espacios del arte legitimantes y tradicionales. Agitando la bandera de la contemporaneidad —una categoría que movilizó el ímpetu para seguir los propios instintos creativos sin la presión continuar una tradición o disciplina artística particular, aunque con la exigencia y el riesgo de la radicalidad—, los artistas se conectaron profundamente con la realidad material de su contexto”, escribe Alejandra Aguado en la hoja de sala. Así, es posible registrar los primeros trabajos de Diego Bianchi, una impresión de la serie Me sangra la nariz de Adrián Villar Rojas, el artista que también forma parte del acervo de la Fundación Louis Vuitton, en París, Fernanda Laguna, Dani Umpi, Miguel Mitlag, Leopoldo Estol, Javier Barilaro, un dibujo de 2009 de Juan Tessi, a quien María Gainza le dedicó uno de sus ensayos en su último libro “Un puñado de flechas”, retratando al artista en esta época.
Si vamos del presente hacia el pasado, en las “Obras y documentos de los 2000” se puede trazar una evolución orgánica en los recorridos de estos artistas que hoy día poseen un cuerpo de obra consolidado. Contemplarlos en la primera etapa de su producción artística logra que reflexionemos en cómo forjaron un estilo que los diferenció. “Mutaban los ingredientes de los escenarios cotidianos en escenas lúdicas e imágenes delirantes, en visiones oníricas e íntimas, en códigos capaces de descifrar la realidad mientras proponían preguntas sobre nuestra existencia en ese momento de entrada al nuevo milenio”, observa la curadora sobre las piezas que hicieron a las decisiones de adquisición de Alejandro Ikonicoff y en unos días, después de la subasta, estrenarán su condición de desparramas luego de más de una década de estar atrapadas en una colección agrupada en este período y representando una sensibilidad del cambio de siglo bajo la custodia del coleccionista porteño y propietario de Estampería XES.
Imágenes: Catálogo Galería Nora Fisch
Fernanda Laguna, Año nuevo, 2001. Luciana Lamothe, 27 obras Sin título, 2005.