Historias de joyas: Testorelli
Testorelli es una de las casas más antiguas de Buenos Aires. La cuarta generación de una empresa de relojería y joyería comandada hoy por una mujer. Miriam Testorelli sigue el legado iniciado por su bisabuelo en 1887. En la actualidad, Testorelli tiene seis locales y un taller propio donde trabajan ocho artesanos. Para el 2025, la empresa familiar planifica la apertura de la maison Testorelli, en Primera Junta y Libertador, en San Isidro.
En esta idea de tradición y respeto por las costumbres, Testorelli tiene la linda rutina de convocar a una reunión cada año para periodistas. Un encuentro donde Miriam muestra las joyas, comparte fotografías familiares que a la vez son las imágenes de la empresa de joyería y cuenta la historia de José, su bisabuelo que llegó de Suiza en 1896 con el oficio de la alta relojería y joyas y cuyos saberes quedaron prestigiados en la Plaza Mitre, donde diseñó el reloj floral que comenzó a marcar a las 12 en punto del 31 de diciembre de 1913. "Si una joya llega a nuestra vida es porque algo pasó, algo está marcando. Es un obsequio que está relacionado a momentos lindos", dice mientras pasan las colecciones por nuestra manos.
En medio de un contexto económico difícil -imposible, digamos- la pregunta en la reunión en la boutique de la avenida Alvear parece inevitable aunque quizás no tanto para este segmento porque “hay una público que no está afectado”, advierte. ¿Por qué comprar joyas? Miriam es práctica y habla de inversión: el progreso del valor del oro en los últimos 20 años muestra que en 2004 la onza costaba U$400, en 2014 era U$1200 y en 2024 el valor es de U$2300. ¡Datos, no opinión!