Las nuevas manifestaciones de Marta Minujín: una colección de overoles
Por Candela Abril Rodríguez | Editora ¡Una pizca de azúcar!
Marta Minujín hizo y hace de todo. Técnica mixta, fotografía, dibujo, pintura, escultura, instalaciones varias, performance y happening. Hasta comunicó con tierra. ¿Qué faltaría mencionar? ¿Un obelisco de pan dulce o un lobo marino gigante, vestido con envoltorios de alfajor? ¿Un partenón de libros prohibidos? O, tal vez, ¿un Gardel prendido fuego? Lo nuevo de la artista: una colección de edición limitada de overoles, pañuelos y fulares. Bloc de Moda estuvo presente en el lanzamiento de esta exclusiva cápsula de indumentaria, hecha en colaboración con SUDESTADA, un estudio artístico argentino con base en Nueva York.
El overol, prenda identitaria para la artista pop, era lo que su familia confeccionaba en Casa Minujín, antigua fábrica de ropa de trabajo. Luego de pasar por un primer período en que lo matérico, gris y existencialista marcó su vida y su arte; en los 60, Minujín comenzó a explorar el color y la forma. Este cambio se vió, también, en su forma de vestir. Uno de los sastres que trabajaba para su abuelo en Casa Minujín, realizó el primer mameluco colorido que Marta utilizó en el vernissage de “Simultaneidad en Simultaneidad”, en 1966. Dorado y de construcción liviana. Ahora sí, mucho más representativo de su nuevos ideales. Desde entonces, colecciona overoles. Unos para el día, otros para la noche. Esta prenda es esencial en el armario de la artista y constituye su uniforme. Podría decirse que es una vuelta a sus raíces: una revalorización de la fábrica familiar de prendas de trabajo que, pese a haber cerrado, devino taller/estudio de Minujín.
Es difícil encasillar a Marta Minujín, reducirla a un único estilo, a una sola manera de hacer. En el caserón de San Cristóbal hay tantas obras, tan distintas entre sí, que su autoría podría ser de diferentes personas. Las esculturas de bronce, hierro y yeso que descansan en una de las paredes del estudio y que se extienden hasta el alto techo de la primera planta, no se parecen para nada a las esculturas blandas, hechas con goma espuma y telas de colchón flúo, que se encuentran empotradas en otra de las paredes. Sin mencionar que, de ahí, pasamos a otro tipo esculturas gigantes que, por su tamaño, no entrarían jamás en el taller –aunque no se pone en duda que la artista, con sus extravagantes ideas, podría llegar a figurarse cómo hacerlas caber–.
El arte de Minujín es arte para usar. La relación artista-arte-espectador se ve modificada. El espectador se emancipa: ahora es espectador, usuario y productor. En la “Galería Blanda” hecha con colchones, que pasó por el Museo de Mar del Plata –entre otros lugares, como el MoMA de New York– y fue donada por Minujín al Museo Emilio Caraffa, en Córdoba; la artista invitó al espectador a formar parte, a entrar, caminar, saltar y recorrer a gusto. O mejor, en sus obras efímeras y colaborativas, la gente puede interactuar y hasta dejar un pedacito de sí en ellas. Este es el caso de la “Torre de Babel”, compuesta por libros donados por el público; o la reciente “Escultura de los Sueños”, que fue colocada en las afueras del CCK y pensada para que el espectador entrara y pidiera un deseo, envuelto por los sonidos de la ciudad. “La idea es que la gente pueda experimentar mi arte, meterse y jugar”, le comentó la artista pop a Bloc de Moda. “Pronto podrán visitar mi nueva obra, el “Big Ben acostado”, una torre en la que podrán entrar y ver una película”, adelantó Minujín. En esa misma línea, en una de sus publicaciones en Instagram sostuvo que su arte está hecho para que todos colaboren en su permanente realización, un proceso en que ella –la artista–, su arte y el espectador se unen “en un mismo plano de creación”.
Como consumidores de la obra de Marta Minujín, ya teníamos la posibilidad de participar activamente en sus piezas artísticas –esculturas y espacios efímeros, inflables, colaborativos–. Ahora, se suma otro tipo de arte para usar. Arte para vestir. Su cápsula de edición limitada está compuesta por tres tipos de overoles que llevan los prints –y los nombres– de tres de sus icónicas obras psicodélicas hechas con miles de papelitos de colores. En el primer overol, “Soliloquio de emociones encontradas” (2011/2014), preponderan los colores amarillo, verde y azul, con toques de violeta y naranja. “Volcán metafísico en recorrido de la percepción” (2012/2024) es una explosión de rojo, naranja, verde y amarillo. Por último, “Pandemia” (2020-21/2024) es blanco y negro. Para los gustos, colores. Ah, y se pueden combinar con pañuelos y fulares que van a juego. Todo disponible en el sitio web del estudio artístico multidisciplinario SUDESTADA.